domingo, 27 de marzo de 2016

Proyecto colectivo en San Esteban: el viñedo




¡¡Inaguramos temporada!!

Como ya os contaba en una entrada anterior, además del trabajo con los olivos voy a volver a participar en un proyecto de gestión colectiva de un viñedo en San Esteban de la Sierra. El terreno está situado muy cerca de un arroyo, al fondo de un pequeño valle a pocos kilómetros del pueblo. La parcela está a su vez dividida en tres terrazas, en las que hay unas 400 vides, un par de cerezos y un níspero.
Como ocurre con el olivar, el terreno está cedido por un particular de forma desinteresada.

Antecedentes

Empezamos a trabajar en el viñedo la primavera pasada, con idéa de coger experiencia y ver si éramos capaces de sacar adelante la temporada. Y la verdad es que para ser nuestro primer año nos fue muy bien. Recogimos unos 700 kilos de uva, que además de uva de mesa usamos para hacer mosto (unos 250 litros). Logramos llevar adelante el cultivo en ecológico, con un laboreo manual y sin usar ningún tipo de herbicida o productos químicos. Las vides estuvieron muy sanas y no tuvimos ninguno de los problemas más comunes como hongos, u otras plagas o enfermedades. Teniendo en cuenta que hacía un par de años que no se explotaba el viñedo, y viendo la política de "tierra quemada" de muchos de los que están alrededor, la temporada fue todo un éxito.

Empezando la nueva temporada

En realidad hubo algún trabajo que estuvimos planteándonos hacer en otoño, como la siembra de abono verde para mejorar la tierra, o el abonado de las vides, pero al final se nos complicó y no pudimos hacerlo a tiempo.
Así que nuestro primer día de trabajo ha sido solo para hacer la primera poda.
La verdad que se nota muchísima diferencia con el año pasado, las vides estaban mucho mejor y en poco más de tres horas terminamos de podarlas todas. Queríamos haber aprovechado el viaje para hacer también alguna cosilla en el olivar, pero tuvimos muy mal tiempo, con frío y lluvia, y decidimos dejarlo par la próxima.
Lo que si nos dio tiempo fue a sarmentar (recoger los sarmientos de la poda) para dejar limpio el terreno. Con estos sarmientos, más los restos de poda y limpieza que vayamos juntando en próximas ocasiones, estamos viendo si hacer compost, aprovechando que nos han ofrecido una pequeña biotrituradora.

Y bueno, la jornada no dio mucho más de sí. Como siempre, y a pesar del tiempo, un día muy chulo.

Aquí se pueden ver los bancales y al fondo cómo ya empiezan a asomar las primeras flores.
Vista del viñedo desde el bancal superior. La verdad que el día no acompañó demasiado.
Uno de los artistas de la poda, y las vides con sus "pelos" y a lo loco :D
Y otro par, podando junto al muro de un bancal y repasando un "co"
Aunque dejo de orbayar en toda la mañana, la lluvia nos dejo terminar sin muchos problemas
Una de las vides ya podada
Las primeras flores dando color

sábado, 26 de marzo de 2016

Paseo por el huerto: ¡llega la primavera!

Vista general de la terraza
Por fin se acabó el invierno. Para celebrarlo os dejo un vídeo donde hago un repaso de todas las plantas que tengo ahora en la terraza, con idea de ir actualizándolo cada mes o mes y medio y que así podáis ver la evolución de los cultivos.



Balance del primer invierno

Con la llegada de la primavera termina la que ha sido a efectos prácticos mi primera estación con el huerto,  y dándole una vuelta ya he podido sacar alguna idea en claro:
  • En general me ha pillado el tiempo. Cuando empecé a tener recipientes, sustrato y semillas, y sobre todo una idea más clara de cómo organizarme, ya se había metido el frío. Así que la mayoría de los cultivos los puse demasiado tarde. Sería el caso de los armuelles, las remolachas o la borraja. Tampoco me dio tiempo a poner las acelgas, los canónigos y alguna cosilla más que hubiese aguantado el invierno de haberlo plantado antes.
  • Me ha podido el entusiasmo con los semilleros. Entre que no esperaba que germinasen con tanta eficacia y la ilusión desatada de tener los primeros cultivos, ahora me veo con muchas más plantas de lo que en realidad me haría falta para autoconsumo (lechugas, mizunas, tomates...). La parte positiva es que voy a regalar a diestro y siniestro, y que también aprovecharé para ceder plantones al proyecto de "Huertas de la Vaguada".
  • He probado ya a cultivar ajetes. Se dieron muy bien y es un cultivo que voy a repetir. La única precaución para la próxima vez es enterrarlos un poco más (el tallo se quedo corto), y sembrarlos  más escalonados.
  • Con los armuelles, a parte de intentar ajustar la época de siembra, tendré que entutorarlos desde el principio y buscarles recipientes más grandes de los que he usado. De los tres tamaños hay una diferencia muy clara en el desarrollo del que está en la maceta más grande.
  • En estos pocos meses ya me he dado cuenta muy claramente de cómo tener el huerto me está cambiando la percepción sobre el paso de las estaciones, los cambios de luz, o el  clima. Es algo que me gusta y estoy disfrutando.
En resumen, que aunque me queda mucho por aprender e ir experimentando, estoy muy contento con el resultado en tan poco tiempo. Cada vez tengo más claro que este proyecto es para plantearse a largo plazo e ir construyéndolo poco a poco. De momento, balance muy positivo.







domingo, 13 de marzo de 2016

Proyecto colectivo en San Esteban: recuperación de olivares.

Bancales de piedra con olivos

El proyecto

 Está visto que soy un culo de mal asiento y la curiosidad me puede. Así que además de la parte más urbanita del macetohuerto y los jardines comestibles, también ando metido en un par de proyectos en San Esteban, un pueblecito de la Sierra salmantina.

En realidad esta iniciativa para la recuperación de un olivar surge a raiz de un proyecto anterior en la misma zona. Todo empezó cuando la temporada pasado un miembro de la Ecored Salamanca (blog, facebook), colectivo del que formo parte, le propuso a la Asociación poner en marcha un proyecto de emprendimiento rural para la gestión colectiva de un viñedo. Este chico, que vive en San Esteban, nos contó que a pesar de ser una región con una gran tradición vinícola y aceitunera con los años ha sufrido un progresivo abandono y un fuerte envejecimiento de la población. Y como resultado, muchísimas de las vides y los olivares que aún existen en la zona están perdidas o al borde del abandono. Sin embargo, aunque muchos de los vecinos del pueblo ya no pueden trabajar el campo, si que están dispuestos a ofrecer de forma gratuita sus tierras para que el que quiera tenga oportunidad de trabajarlas, antes de ver cómo un patrimonio de tantas décadas se pierde por no poder mantenerlas.

Este chico y su familia, junto con otras familias del pueblo acaban de poner en marcha el colectivo "La Horquiya" ( teneis más información en su página web o en su página de Facebook). Como parte de su proceso de autosuficiencia alimentaria están recuperando olivares con idea de recoger el fruto para la elaboración de pates de aceituna, y aceite para consumo propio, en régimen ecológico (en la forma de trabajo, no por certificaciones). El caso es que se dieron cuenta de que solos no llegaban al mínimo de kilos de aceituna que la almazara les pide para poder prensar la aceituna sin mezclarla con la de otros produdctores. Y nos ofrecieron a nosotros llevar unos cuantos olivos con total autonomía, para así poder unir las dos producciones y prensar juntos. Al igual que con los viñedos los olivoos son cedidos por vecinos del pueblo de forma desinteresada.

Primera toma de contacto

Ayer junto, y a estos amigos que viven alli, estuvimos conociendo (y trabajando) por primera vez el olivar en que llevaremos esta temporada. En total la finca esta formada por diez bancales situados en una ladera por debajo de la carretera que lleva al pueblo, con unos 140 olivos de variedad "manzanilla cacereña".

A su vez la zona está dividida en dos partes muy diferentes. En una mitad (a la que pertenecen las fotos que os pongo en la entrada) los olivos han estado sin explotar de forma intensiva en los últimos años, aunque sí que han recibido un mantenimiento mínimo. En esa parte estuvimos desbrozando, cavando en torno a los olivos y haciendo una primera poda.


Compañeros podando un olivo


En la otra mitad sin embargo no se han realizado trabajos de ningún tipo en los últimos 20-30 años, por lo que las zarzas y todo tipo de vegetación han invadido los bancales, y muchos de los olivos, más antiguos, están por recuperar. De esta zona tan sólo nos dio tiempo a limpiar y despejar 1/3 parte.

 

Cómo podeis ver tuvimos un día precioso, con una temperatura ya primaveral. De hecho sorprendía ver bastantes flores en arbustos y vegatación del monte, como anuncio de la llegada de la próxima estación. Un día compartiendo trabajo, proyecto y mucha alegría juntos que nos hizo volver cansados pero con energía renovada y con mucha ilusión por el proyecto.

lunes, 7 de marzo de 2016

Experimento: tomar alimentos (solo) de temporada

Un mar de plástco
Todos somos más o menos conscientes de que hoy en día podemos comprar durante todo el año productos frescos que en realidad deberían ser exclusivos de una determinada temporada. Sabemos o intuimos que para producirlos se fuerzan de manera artificial los tiempos de desarrollo y las necesidades ambientales. Y que además de forma habitual estos alimentos son importados de países que están a enormes distancias para dar respuesta a una demanda cada vez mayor. Y no solo hablamos de casos exagerados como que haya tomates o berenjenas en invierno, sino que se adelanten o retrasen varios meses las temporadas productivas, o que hayamos perdido la capacidad de saber cúal es la época "normal" de cada hortaliza.

Verduras de verano en febrero
Piñas, melones, tomates,... ¡¿en marzo?!
Teniendo esto en la cabeza, y quizá como parte de mi progresiva toma de conciencia sobre mis hábitos de alimentación y consumo, hace unos meses decidí hacer la prueba de (intentar) consumir solo productos de temporada. Y ver que pasaba.

Cómo quería adaptarme al calendario de siembra y a las variedades vegetales de la zona en la que vivo, uno de los objetivos que me marqué fue comprar a productores locales. Y aquí fue cuando di con el primer problema: lo complicado que es encontrar tiendas que dispongan de verduras propias o de agricultores locales.  Incluso la mayor parte de puestos de los mercados comprobé que se abastecen a su vez de un mercado central que ejerce como importador y mayorista.

Me llevó tiempo pero una vez que encontré un par de tiendas donde hacer la compra de verduras, la siguiente cosa de la que me di cuenta fue que a las pocas semanas de "experimento" estaba harto de comer siempre lo mismo.
Y es que sobre todo en invierno, las verduras de temporada que podemos encontrar en las fruterías son más bien escasas. Porque tanta col, brócoli y demás familia acaban por cansar al más entusiasta.
Pero dándole vueltas a qué comer me di cuenta de que si tenía mi propio huerto podía cultivar un montón de cosas que normalmente no se encuentran en las tiendas. Incluso limitado a plantar en macetas podría tener otras opciones menos típicas, como borrajas, cardos, canónigos, rúcula, acelgas, mizuna, algunas variedades de espinacas, ruibarbo, algunas lechugas de invierno,... Si además le sumaba las verduras de larga conservación como cebollas, ajos o calabazas, y todas las conservas de primavera-verano pues el panorama sería muy diferente. Y esto aquí, con inviernos secos, largos y muy fríos, porque en zonas templadas como la franja mediterránea lo tienen aún mejor al poder alargar las temporadas gracias al clima más suave.

Al final este año (casi) no me ha dado tiempo a comer mis propias verduras invernales pero si que he podido disfrutar de algunas de las que mencionaba antes, gracias a unos amigos que tienen una huerta a las afueras de la ciudad y que me abastecían. La pena es que me he dado cuenta de que sin tener un huerto propio (el 99% de la población) comer solo productos de temporada es realmente complicado, al menos en invierno.

Pero en conjunto la experiencia me ha dado muchas más cosas positivas, como a disfrutar de la novedad que supone cada cultivo que va llegando, a buscar alternativas y descubrir variedades que no conocía, otras formas de preparar los alimentos, a querer hacer conservas,... y en general a ser más consciente de muchos de los hábitos que tengo sobre la alimentación.

Animaos y probad!!



viernes, 4 de marzo de 2016

Viviendo peligrosamente


Manojo de ruibarbos rojos listos para consumir

¿Y por qué el título de la entrada? porque hoy voy a hablaros de mi última incorporación al macetohuerto, el ruibarbo. Para los que no lo conozcáis, cultivar esta planta viene a ser la versión hortelana de preparar pez globo. Bueeeeeno, venga, quizá esté siendo un pelín exagerado. Pero es que cuando empiezan a contarte que las hojas son tóxicas, que si comes los tallos en pleno verano también son tóxicos, que si el bulbo no recibe suficiente frió, adivinad, también es tóxica, pues al final da un poco de cosica ponerla en casa. Pero como sabéis que me van el riesgo y las emociones fuertes, hoy mismo he trasplantado el bulbo que me han regalado a una maceta con toda la ilusión del mundo.

Es una verdura típica del centro y norte de Europa, donde tradicionalmente se ha utilizado como sustituto o complemento de la fruta en el final del invierno y primavera, ya que no solo soporta, sino que necesita para su desarrollo un periodo de frió intenso.

De la planta se comen solo los tallos, tanto las hojas como las raíces contienen grandes cantidades de ácido oxálico, un compuesto potencialmente tóxico. Sin embargo los tallos, si se recogen antes del verano (cuando se hacen demasiado grandes, fibrosos y en parte tóxicos) son muy sabrosos. Tienen un gusto bastante ácido que hace que sea común usarlo en preparaciones dulces, aunque también se puede comer crudo en platos salados como ensaladas o guisos.

Personalmente conocí el ruibarbo cuando estuve en Holanda, donde era relativamente sencillo y barato encontrarlo fresco, y con un sabor tan característico y ese punto ácido tan peculiar me aficioné a él nada más probarlo. En España todavía hoy es bastante complicado encontrarlo si no es es en tiendas un poco más especializadas (o al menos yo no lo había vuelto a ver).

Así que podéis imaginaros mi alegría cuando hablando con una compañera de clase me dijo que ellos tenían en la huerta ruibarbo traído directamente de Finlandia, y que si quería podían darme un trocito de bulbo para que probase a plantarlo. Y justamente eso he hecho esta mañana.

Os dejo el pequeño vídeo que grabé para que podáis ver como es la raíz. Es una planta que se desarrolla a partir de bulbos, y que se multiplica dividiendo la mata como muchos otros rizomas. Tiene un desarrollo enorme, puede ocupar tranquilamente los dos metros de diámetro, con unas hojas grandes y unos tallos rojos muy espectaculares. Como la he plantado un poco tarde pienso que será bueno darle tiempo para que se asiente y pase un  periodo completo de frió, así que si todo va bien las probaré el año que viene. De todas formas seguiré informándome para conocer más sobre su cultivo y cosecha, y con un poco de suerte conseguir no envenenarme en el proceso XD



Espero que sepáis apreciar el esfuerzo titánico del cámara a 1ºC :)

Ruibarbo en la maceta con el acolchado de pinaza
Y el niño ya a resguardo con su acolchado de pinaza

sábado, 27 de febrero de 2016

Proyecto de jardines comestibles "Huertas de la Vaguada"

Foto de la intervención hortícola
Un deseo, ¡alto y claro!
La mayoría de vosotros ya sabeis que formo parte de una iniciativa para rehabilitar un espacio tradicional de huertos situado en el Cerro de San Vicente (donde se originó la ciudad). La idea central del proyecto "Huertas de la Vaguada" es recuperar una parte de la ladera Este del Cerro que ha sido tradicionalmente un área de cultivo y que aún hoy conserva una estructura de terrazas, pozos y árboles frutales. El objetivo es generar un entorno de huerto urbano / jardín comestible, abierto y de gestión vecinal, con fines educativos y sociales.

De momento hemos conseguido el apoyo específico y por escrito de la Universidad, la Asociación de Vecinos, Cáritas (que tiene un Centro de día en el propio barrio), un Instituo de la zona y diferentes colectivos sociales. Pero seguimos en la lucha para que el equipo de Gobierno del Ayuntamiento, a parte de buenas palabras, permita algún tipo de iniciativa. Y no como hasta ahora, que lo más a lo que han llegado, oh casualidad, es a vallar el acceso inferior que llevaba abierto las últimas tres décadas. Pero bueno, estamos en ello.

Concretamente hoy hemos estado haciendo labores de preparación del terreno y siembra. Decidimos empezar con una pequeña "intervención" hortícola que deje una señal visible del deseo y la ilusión por el proyecto. Asi que cavamos la palabra "HUERTO" y plantamos en ella la llamada "asociación precolombina", el maiz para que crezca alto y funcione como soporte, y las judias y tirabeques puedan trepar por ellos.

Continuamos preparando una espiral en la que pusimos variedades pequeñas como lechugas, mizuna o fresas. Y junto a unos ajos que habíamos plantado en noviembre como acto de inaguración del proyecto, sembramos una linea de aromáticas. Completaron la siembra algunos armuelles, garbanzos y borrajas, y un montón de semillas de trebol como abono verde para enriquecer el suelo .

Sembrando maiz y judías en el "HUERTO"

Sembrando aromáticas con los más peques
Escribiendo, a lo grande!!
En definitiva ha sido una mañana muy especial en la que grandes y pequeños hemos compartido ilusión, risas y mucha alegría. Unas horas que nos han recargado de energía y ganas para seguir adelante y lograr que el germen que hemos plantado hoy dé sus frutos.

Pero no se acaba el fin de semana aquí. Mañana por la mañana en el Centro de día de Cáritas tendremos a Santiago Campos, que nos contará la experiencia de La Huerta Sin Puerta, un proyecto de huertos abiertos en Valladolid similar al que estamos comenzando aquí, y que ya tiene 4 años de experiencia.


Si alguien está interesado en leer el proyecto completo que registramos en el Ayuntamiento, que me avise y se lo envio encantado.

jueves, 25 de febrero de 2016

Preparativos: el sustrato

Tipos de sustrato para el huerto en macetas
Con esta entrada empiezo una serie que iré intercalando entre las habituales sobre cultivos y trabajos hortelanos. La idea es hablaros un poco sobre los materiales básicos que he ido utilizando para poner en marcha el macetohuerto: sustrato, recipientes, semillas, abonos... Las opciones que existen, las que yo he probado y elegido en cada caso, y el porqué de cada una.

El sustrato

Podemos pensar que para montar un huerto en macetas valdría cualquier tierra que pudiésemos conseguir cerca de donde vivimos, después de todo sería una forma sencilla y muy barata de conseguir material con el que empezar. Sin embargo hay que tener en cuenta algunas características un poco especiales que tiene cultivar verduras en recipientes:
  • Al tener un volumen limitado, el sustrato en una maceta pierde la humedad muchísimo más rápido que en el suelo de un terreno. Además las raíces no tienen la posibilidad de profundizar para buscar el agua o los nutrientes que necesitan.
  • Será habitual que tengamos que mover las macetas, ya sea para buscar la mejor ubicación de luz o para realizar tareas de mantenimiento. Puede parecer que no hay mucha diferencia entre usar un tipo u otro de material, pero probad a andar cargando con macetas de 30 ó 40 litros llenas de tierra de huerta de un lado para otro y veréis que alegría... Además, si llenamos un balcón de macetas y recipientes el peso para la estructura puede ser algo a tener muy en cuenta.
  • Normalmente la tierra necesita ser mejorada. Quizá sea demasiado arcillosa y prieta (con el problema que esto tiene para el desarrollo de las raíces), o pobre y arenosa. En una huerta no nos queda más remedio que lograr esa mejora a base de tiempo y enmiendas, pero en un cultivo en macetas podemos conseguirlo simplemente eligiendo un buen sustrato de partida.
  • Idealmente un suelo es un ente vivo. Tiene un ecosistema formado por bacterias, hongos, microorganismos, gusanos y toda una fauna auxiliar...  que contribuye a que las plantas puedan nutrirse y crecer sanas. En las macetas no es posible reproducir este sistema así que tenemos que aportarle esos nutrientes y microorganismos de otra forma. Una manera de ayudar puede ser con un buen sustrato.
En resumen; lo ideal sería un material que pese poco, mantenga la humedad, aporte nutrientes y sea ligero para facilitar el desarrollo de las raíces.

En mi caso, desde hace años he ido probando distintas opciones (por orden cronológico):

Tierra de jardín y huerta

En plantas que me me traían mis padres cuando venían de visita o que un amigo me regalaba de su propio jardín. Eran tierras oscuras y muy ricas en nutrientes pero con el problema de que cuando se secaban aquello se convertía en un bloque sólido intratable. El otro pequeño inconveniente es que siempre venían con visitas incorporadas, en forma de semillas hipe-resistentes (por más que he ido mezclando la tierra, todavía en alguna maceta siguen saliendo ortigas y tréboles una y otra vez). La tierra que aún tengo de este tipo sigo usándola para las flores y ornamentales, mezclada con fibra de coco para mejorar su estructura.

Sustratos comerciales

Los típicos sacos que venden en todas partes. Aunque existen todas las mezclas específicas que nos podamos imaginar yo siempre he utilizado el de tipo "universal", ya que para el uso que le daba (ornamentales) pensaba que no iba a notar la diferencia. El principal inconveniente que le veo a estos sustratos (a parte del precio) es que que la mayoría llevan turba en una proporción muy alta.

Según la Wikipedia:
La turba es un material orgánico, de color pardo oscuro y rico en carbono. Está formado por una masa esponjosa y ligera en la que aún se aprecian los componentes vegetales que la originaron. Se emplea como combustible y en la obtención de abonos orgánicos.
 La formación de turba constituye la primera etapa del proceso por el que la vegetación se transforma en carbón mineral. Se forma como resultado de la putrefacción y carbonificación parcial de la vegetación en el agua ácida de pantanos, marismas y humedales. La formación de una turbera es generalmente lenta como consecuencia de una escasa actividad microbiana, debida a la acidez del agua o la baja concentración de oxígeno. El paso de los años va produciendo una acumulación de turba que puede alcanzar varios metros de espesor, a un ritmo de crecimiento que se calcula de entre medio metro y diez centímetros cada cien años.
Si tenemos en cuenta lo extremadamente lenta que es la producción de la turba, y lo sensible que es el ecosistema a su explotación, creo que es importante encontrar alternativas más sostenibles y ecológicas.

Os dejo un par de vídeos, sobre las turberas chilenas y un ejemplo especialmente dedicado a esos asturianos incombustibles, vosotros sabéis... ;)

"Tierra de fuego: turberas y cambio climático"

"Proyecto de recuperación del Llano de Roñanzas, Vidiago (Llanes)"

Mi opción actual: fibra de coco y compost-abono orgánico-humus de lombriz

Descubrí la fibra de coco hace un par de años, cuando probé a usarla para unas jardineras y un par de macetas que tenía en el balcón de mi anterior casa. La verdad que me sorprendió lo poco que pesa y lo mullida que queda la mezcla. Otra gran ventaja que noté es que se comporta como una esponja, absorbiendo un volumen enorme de agua y manteniendo la humedad muchísimo más tiempo que otros sustratos.
La fibra de coco no es más que la parte interna justo por debajo de la cáscara dura del fruto, ya seca y triturada muy fina. Tradicionalmente ha sido un subproducto de la explotación del coco, y solo desde hace unos años ha empezado a extenderse el uso a otros ámbitos. En nuestras macetas esta fibra sería la parte que funciona como soporte o estructura base, pero como es un material inerte hay que mezclarla con algún tipo de materia orgánica (que será la que aporte los nutrientes a nuestras plantas).
Una duda que me surgió al pensar en usarla es que es un producto que hay que importar de países al otro lado del mundo, por lo que me preocupaba que no fuese muy sostenible. De todas formas he leído que se está convirtiendo en un activo económico para los países que lo producen (básicamente economías emergentes) ya que antes era un material que se desechaba. Así que de momento me parece una buena opción.
Ahora mismo estoy mezclando la fibra de coco con humus de lombriz que he comprado, en una proporción 60/40. Pero mi idea es usar mi propio compost (que ya tengo en marcha) y gallinaza (estiércol de gallina curado) que me dará un amigo.



Los vídeos los encontré en un artículo del picaronablog. Echadle un vistazo a la página, merece mucho la pena.

La fibra de coco viene seca y prensada en "ladrillos" de 5 kg (7 euros); una vez hidratada cada bloque tiene un volumen de unos 70 litros.