La mayoría de vosotros ya sabeis que formo parte de una iniciativa para rehabilitar un espacio tradicional de huertos situado en el Cerro de San Vicente (donde se originó la ciudad). La idea central del proyecto "Huertas de la Vaguada" es recuperar una parte de la ladera Este del Cerro que ha sido tradicionalmente un área de cultivo y que aún hoy conserva una estructura de terrazas, pozos y árboles frutales. El objetivo es generar un entorno de huerto urbano / jardín comestible, abierto y de gestión vecinal, con fines educativos y sociales.
De momento hemos conseguido el apoyo específico y por escrito de la Universidad, la Asociación de Vecinos, Cáritas (que tiene un Centro de día en el propio barrio), un Instituo de la zona y diferentes colectivos sociales. Pero seguimos en la lucha para que el equipo de Gobierno del Ayuntamiento, a parte de buenas palabras, permita algún tipo de iniciativa. Y no como hasta ahora, que lo más a lo que han llegado, oh casualidad, es a vallar el acceso inferior que llevaba abierto las últimas tres décadas. Pero bueno, estamos en ello.
Concretamente hoy hemos estado haciendo labores de preparación del terreno y siembra. Decidimos empezar con una pequeña "intervención" hortícola que deje una señal visible del deseo y la ilusión por el proyecto. Asi que cavamos la palabra "HUERTO" y plantamos en ella la llamada "asociación precolombina", el maiz para que crezca alto y funcione como soporte, y las judias y tirabeques puedan trepar por ellos.
Continuamos preparando una espiral en la que pusimos variedades pequeñas como lechugas, mizuna o fresas. Y junto a unos ajos que habíamos plantado en noviembre como acto de inaguración del proyecto, sembramos una linea de aromáticas. Completaron la siembra algunos armuelles, garbanzos y borrajas, y un montón de semillas de trebol como abono verde para enriquecer el suelo .
Sembrando maiz y judías en el "HUERTO"
Sembrando aromáticas con los más peques
Escribiendo, a lo grande!!
En definitiva ha sido una mañana muy especial en la que grandes y pequeños hemos compartido ilusión, risas y mucha alegría. Unas horas que nos han recargado de energía y ganas para seguir adelante y lograr que el germen que hemos plantado hoy dé sus frutos.
Pero no se acaba el fin de semana aquí. Mañana por la mañana en el Centro de día de Cáritas tendremos a Santiago Campos, que nos contará la experiencia de La Huerta Sin Puerta, un proyecto de huertos abiertos en Valladolid similar al que estamos comenzando aquí, y que ya tiene 4 años de experiencia.
Si alguien está interesado en leer el proyecto completo que registramos en el Ayuntamiento, que me avise y se lo envio encantado.
Con esta entrada empiezo una serie que iré intercalando entre las habituales sobre cultivos y trabajos hortelanos. La idea es hablaros un poco sobre los materiales básicos que he ido utilizando para poner en marcha el macetohuerto: sustrato, recipientes, semillas, abonos... Las opciones que existen, las que yo he probado y elegido en cada caso, y el porqué de cada una.
El sustrato
Podemos pensar que para montar un huerto en macetas valdría cualquier tierra que pudiésemos conseguir cerca de donde vivimos, después de todo sería una forma sencilla y muy barata de conseguir material con el que empezar. Sin embargo hay que tener en cuenta algunas características un poco especiales que tiene cultivar verduras en recipientes:
Al tener un volumen limitado, el sustrato en una maceta pierde la humedad muchísimo más rápido que en el suelo de un terreno. Además las raíces no tienen la posibilidad de profundizar para buscar el agua o los nutrientes que necesitan.
Será habitual que tengamos que mover las macetas, ya sea para buscar la mejor ubicación de luz o para realizar tareas de mantenimiento. Puede parecer que no hay mucha diferencia entre usar un tipo u otro de material, pero probad a andar cargando con macetas de 30 ó 40 litros llenas de tierra de huerta de un lado para otro y veréis que alegría... Además, si llenamos un balcón de macetas y recipientes el peso para la estructura puede ser algo a tener muy en cuenta.
Normalmente la tierra necesita ser mejorada. Quizá sea demasiado arcillosa y prieta (con el problema que esto tiene para el desarrollo de las raíces), o pobre y arenosa. En una huerta no nos queda más remedio que lograr esa mejora a base de tiempo y enmiendas, pero en un cultivo en macetas podemos conseguirlo simplemente eligiendo un buen sustrato de partida.
Idealmente un suelo es un ente vivo. Tiene un ecosistema formado por bacterias, hongos, microorganismos, gusanos y toda una fauna auxiliar... que contribuye a que las plantas puedan nutrirse y crecer sanas. En las macetas no es posible reproducir este sistema así que tenemos que aportarle esos nutrientes y microorganismos de otra forma. Una manera de ayudar puede ser con un buen sustrato.
En resumen; lo ideal sería un material que pese poco, mantenga la humedad, aporte nutrientes y sea ligero para facilitar el desarrollo de las raíces.
En mi caso, desde hace años he ido probando distintas opciones (por orden cronológico):
Tierra de jardín y huerta
En plantas que me me traían mis padres cuando venían de visita o que un amigo me regalaba de su propio jardín. Eran tierras oscuras y muy ricas en nutrientes pero con el problema de que cuando se secaban aquello se convertía en un bloque sólido intratable. El otro pequeño inconveniente es que siempre venían con visitas incorporadas, en forma de semillas hipe-resistentes (por más que he ido mezclando la tierra, todavía en alguna maceta siguen saliendo ortigas y tréboles una y otra vez). La tierra que aún tengo de este tipo sigo usándola para las flores y ornamentales, mezclada con fibra de coco para mejorar su estructura.
Sustratos comerciales
Los típicos sacos que venden en todas partes. Aunque existen todas las mezclas específicas que nos podamos imaginar yo siempre he utilizado el de tipo "universal", ya que para el uso que le daba (ornamentales) pensaba que no iba a notar la diferencia. El principal inconveniente que le veo a estos sustratos (a parte del precio) es que que la mayoría llevan turba en una proporción muy alta.
Según la Wikipedia:
La turba es un material orgánico, de color pardo oscuro y rico en carbono. Está formado por una masa esponjosa y ligera en la que aún se aprecian los componentes vegetales que la originaron. Se emplea como combustible y en la obtención de abonos orgánicos.
La formación de turba constituye la primera etapa del proceso por el que la vegetación se transforma en carbón mineral. Se forma como resultado de la putrefacción y carbonificación parcial de la vegetación en el agua ácida de pantanos, marismas y humedales. La formación de una turbera es generalmente lenta como consecuencia de una escasa actividad microbiana, debida a la acidez del agua o la baja concentración de oxígeno. El paso de los años va produciendo una acumulación de turba que puede alcanzar varios metros de espesor, a un ritmo de crecimiento que se calcula de entre medio metro y diez centímetros cada cien años.
Si tenemos en cuenta lo extremadamente lenta que es la producción de la turba, y lo sensible que es el ecosistema a su explotación, creo que es importante encontrar alternativas más sostenibles y ecológicas.
Os dejo un par de vídeos, sobre las turberas chilenas y un ejemplo especialmente dedicado a esos asturianos incombustibles, vosotros sabéis... ;)
"Tierra de fuego: turberas y cambio climático"
"Proyecto de recuperación del Llano de Roñanzas, Vidiago (Llanes)"
Mi opción actual: fibra de coco y compost-abono orgánico-humus de lombriz
Descubrí la fibra de coco hace un par de años, cuando probé a usarla para unas jardineras y un par de macetas que tenía en el balcón de mi anterior casa. La verdad que me sorprendió lo poco que pesa y lo mullida que queda la mezcla. Otra gran ventaja que noté es que se comporta como una esponja, absorbiendo un volumen enorme de agua y manteniendo la humedad muchísimo más tiempo que otros sustratos.
La fibra de coco no es más que la parte interna justo por debajo de la cáscara dura del fruto, ya seca y triturada muy fina. Tradicionalmente ha sido un subproducto de la explotación del coco, y solo desde hace unos años ha empezado a extenderse el uso a otros ámbitos. En nuestras macetas esta fibra sería la parte que funciona como soporte o estructura base, pero como es un material inerte hay que mezclarla con algún tipo de materia orgánica (que será la que aporte los nutrientes a nuestras plantas).
Una duda que me surgió al pensar en usarla es que es un producto que hay que importar de países al otro lado del mundo, por lo que me preocupaba que no fuese muy sostenible. De todas formas he leído que se está convirtiendo en un activo económico para los países que lo producen (básicamente economías emergentes) ya que antes era un material que se desechaba. Así que de momento me parece una buena opción.
Ahora mismo estoy mezclando la fibra de coco con humus de lombriz que he comprado, en una proporción 60/40. Pero mi idea es usar mi propio compost (que ya tengo en marcha) y gallinaza (estiércol de gallina curado) que me dará un amigo.
Los vídeos los encontré en un artículo del picaronablog. Echadle un vistazo a la página, merece mucho la pena.
La fibra de coco viene seca y prensada en "ladrillos" de 5 kg (7 euros); una vez hidratada cada bloque tiene un volumen de unos 70 litros.
Han pasado un par de semanas y como me han germinado todas las semillas de tomate que puse ahora me veo con más de 20 plantitas. Supongo que la gente simplemente elimina las que sobran para dejar solo las que se ven más sanas, pero como a mí me da pena tirarlas lo que voy a hacer es aprovecharlas para probar distintos métodos de cultivo y ver cual me da mejores resultados.
De momento en el semillero, de cada grupo de tres he dejado la plantita que mejor aspecto tiene, y las otras dos las he trasplantado (repicado) a unos vasos de plástico más grandes. La idea es ir enterrando los tallos según crezcan las plantas, para favorecer el desarrollo de todo el sistema radicular y aprovechar que el tomate tiene la capacidad de formar raíces a partir de los pelillos que tiene por todo el tallo.
Llevaba tiempo con la idea de construirme un pequeño invernadero para poder tener los semilleros fuera de casa aunque todavía estemos en invierno y y siga helando por las noches.
El armazón está hecho con tubos de pvc de 25 mm de diámetro, unidos a presión sin usar pegamento (para poder desmontarlo), y sujetos a la estantería metálica con bridas. El plástico está cortado en tres piezas, dos laterales y una central, para que se puedan abrir independientemente. Además a cada pieza de la cubierta de plástico le he colocado unos pequeños ganchos para poder dejarlas abiertas y sujetas a los travesaños.
Me decidí a usar este sistema de tubos en vez de hacer la estructura de madera pensando en poder montarlo y desmontarlo rápidamente, y en que una vez recogido no ocupe espacio (además de poder llevármelo fácilmente el día que me mude). Otra ventaja es que si en el futuro necesito hacerlo más grande solo tendría que sustituir las piezas correspondientes sin apenas gasto.
Al final todo el tinglado me ha salido por unos 6 euros (los tubos y las piezas de ensamble de pvc). El plástico esta reciclado de una funda de colchón grande, y la estantería me la dio un amigo que la tenía sin utilizar.
Invernadero cerrado completamente y un detalle con los enganches de los plásticos.
Tres días es lo que han tardado las muy locas en germinar! Yo no se si ha sido por el sustrato, por ser semillas ecológicas de variedades tradicionales, por el calorcito de casa, o por una combinación de todo lo anterior, pero han germinado absolutamente todas las semillas que puse. El problema es que había leído en todas partes que las lechugas, las remolachas y la mizuna suelen tardar en salir en torno a una semana, así que había dejado la bandeja lejos de la luz pensando que tenía margen mientras estaba fuera. Y al volver del fin de semana me las he encontrado todas ahiladas. Total, que me toca repetir algunos de los semilleros. Pero bueno, estoy contento de ver que tengo unas semillas que están hechas unas campeonas.
Por fin, a pesar del invierno tan extraño que estamos teniendo me he decidido a poner los semilleros. Para algunas cosas como los tomates quizá sea un poco pronto, pero que quereis, me puede el ansia viva... :)
Al final he puesto:
Lechugas. De varios tipos, incluyendo las de un sobre en el que venía una mezcla de tres variedades (y a ver que sale de ahí...)
Tomates. He intentado buscar variedades de mata baja y/o de tamaño pequeño. El fin de semana también recogeré semillas de unos tomates "de inverno" que pusieron mis padres para ver si se dan en maceta.
Mizuna. Según he leido es una especie muy parecida a la rúcula, aunque de sabor más fino y un poco menos amarga
Remolacha amarilla. Creo que llego un poco tarde, porque es un cultivo al que le va más el fresquito que los calores que hará por aquí en pocos meses, pero las dejaré igualmente.
Rúcula, sembrada a voleo en un envase de tetrabrick, con idea de comerla tierna.
Acelgas, de una clase que llaman amarilla. Quiero poner una variedad muy bonita de colores que plantaron unos amigos en su huerto el año pasado, pero mientras consigo la semilla voy adelantando con estas.
Cilantro. A voleo en un solo embase. A ver si este año se me da mejor porque la temporada pasada se subio a flor rapidísimo. Tengo pensado ir plantando cada 3 o 4 semanas y ver si así alargó un poco la cosecha.